Es un saco cerrado bajo la piel lleno con una material de apariencia caseosa o aceitosa.
Ver también:
Quiste epidérmico; Quiste queratínico; Quiste epidermoide
Los quistes sebáceos con frecuencia se originan a partir de la inflamación de los folículos pilosos o también por un trauma cutáneo. En dichos quistes, se forma un saco de células dentro del cual se secreta una proteína llamada queratina.
Estos quistes por lo general se encuentran en la cara, el cuello y el tronco; usualmente, son protuberancias que se mueven libremente debajo de la piel, crecen lentamente y no causan dolor. Sin embargo, en ocasiones un quiste puede inflamarse y presentar sensibilidad.
El síntoma principal generalmente es una pequeña protuberancia indolora debajo de la piel.
Si esta protuberancia resulta infectada o inflamada, otros síntomas pueden abarcar:
Un material blanco grisáceo, caseoso y maloliente puede drenar del quiste.
En la mayoría de los casos, el médico puede diagnosticar este tipo de quiste simplemente examinando la piel. En ocasiones, se puede requerir una biopsia para descartar otras afecciones.
Los quistes sebáceos no son peligrosos y tienden a ser ignorados. Colocar un paño (compresa) caliente y húmedo sobre el área puede ayudar a que el quiste drene y sane.
Si usted tiene un quiste pequeño e inflamado, el médico puede inyectarlo con un medicamento esteroide que reduce la hinchazón.
Si el quiste se torna inflamado, sensible o grande, el médico puede drenarlo o llevar a cabo una cirugía para extirparlo.
Los quistes grandes y dolorosos pueden interferir con la vida diaria.
En ocasiones, estos quistes pueden resultar infectados y formar abscesos dolorosos.
Los quistes pueden retornar después de ser extirpados quirúrgicamente.
Llame al médico si observa nuevas tumoraciones en el cuerpo. Aunque los quistes no son peligrosos, el médico debe examinarlo para buscar signos de cáncer de piel.
Habif TP, ed. Clinical Dermatology. 5th ed. Philadelphia, Pa: Mosby Elsevier; 2009.