Este examen utiliza ultrasonido para examinar el flujo sanguíneo en las arterias y venas grandes en brazos y piernas.
El examen se realiza en la sala de ecografías o radiología, o en un laboratorio vascular periférico.
Se aplica un gel hidrosoluble sobre un dispositivo manual llamado transductor, el cual dirige las ondas sonoras de alta frecuencia a la arteria o las venas que se están examinando.
Al examinar las arterias, también se hace lo siguiente:
Se pueden colocar esfigmomanómetros para medir la presión arterial en diferentes partes del cuerpo, como el muslo, la pantorrilla, el tobillo y puntos diferentes a lo largo del brazo. Se aplica una pasta conductora en la piel sobre las arterias que se están examinando. A medida que el transductor se mueve sobre cada área, va creando imágenes.
Es necesario retirar la ropa del brazo o la pierna que se va a examinar.
Este examen ofrece poca o ninguna molestia.
Este examen se realiza como una alternativa a la arteriografía y a la venografía, y puede ayudar a diagnosticar:
Este examen también se puede utilizar para evaluar una lesión a las arterias, al igual que para vigilar una reconstrucción arterial e injertos de derivación.
Un resultado normal significa que los vasos sanguíneos no muestran ningún signo de estrechamiento o cierre y las arterias tienen flujo sanguíneo normal.
Los resultados anormales pueden deberse a:
Otras afecciones por las cuales se puede realizar este examen abarcan las siguientes:
No existe riesgo específico asociado con este procedimiento.
El consumo de cigarrillo puede alterar los resultados de este examen, debido a que la nicotina puede hacer que se contraigan las arterias de las extremidades.
El hecho de dejar de fumar disminuye significativamente el riesgo de problemas con el aparato circulatorio y con el corazón. La mayoría de las muertes relacionadas con el hábito de fumar son causadas por problemas cardiovasculares y no por cáncer pulmonar.