Los tubos torácicos se introducen en el espacio pleural para drenar la sangre, los fluidos o el aire y permitir una completa expansión de los pulmones. El tubo se coloca en el espacio pleural.
Se adormece (con anestesia local) el área donde se va a colocar el tubo. Si se prefiere, el paciente también puede estar sedado. El tubo torácico se introduce en el tórax, entre las costillas, para luego ser conectado a una botella o recipiente que contiene agua esterilizada. La succión está conectada a un sistema que estimula el drenaje. Para mantener el tubo en su lugar, se utiliza un punto de sutura y una cinta adhesiva especial.
Por lo general, el tubo torácico permanece en su lugar hasta que las placas de rayos X muestren que ya no hay restos de sangre, fluido o aire en el tórax y que los pulmones se han expandido nuevamente por completo.
Cuando ya no se necesita utilizar el tubo torácico, se retira con facilidad; normalmente no se requiere el uso de medicamentos para sedar o adormecer al paciente cuando se retira el tubo. Se pueden utilizar medicinas (como los antibióticos) para la prevención o para el tratamiento de infecciones.
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