Es un daño a la retina a raíz de hipertensión arterial. La retina es la capa de tejido en la parte posterior del ojo que transforma la luz y las imágenes que ingresan al ojo en señales nerviosas que se envían al cerebro.
La hipertensión arterial puede provocar daño a los vasos sanguíneos en la retina. Cuanto más alta sea la presión arterial y mayor sea el tiempo que ésta haya estado elevada, más probable será que el daño sea grave.
Cuando usted tiene diabetes, niveles de colesterol alto o fuma, presenta un riesgo más alto de daño y pérdida de la visión.
En muy pocas ocasiones, se presenta una afección llamada hipertensión maligna. Las lecturas de presión arterial repentinamente se tornan muy altas. Algunas veces, la elevación súbita en la presión arterial puede causar cambios más graves en el ojo.
Igualmente es más probable que ocurran otros problemas con la retina, como:
La mayoría de las personas con retinopatía hipertensiva no tienen síntomas hasta cuando la enfermedad está avanzada.
Los síntomas pueden abarcar:
Usando un instrumento llamado un oftalmoscopio, el médico puede ver el estrechamiento de los vasos sanguíneos y signos de que el líquido se ha filtrado por estos.
El grado de daño a la retina (retinopatía) se clasifica en una escala de 1 a 4:
La angiografía con fluoresceína se puede emplear para examinar los vasos sanguíneos.
El único tratamiento para la retinopatía hipertensiva es el control de la presión arterial alta.
Los pacientes con el grado 4 (retinopatía grave) con frecuencia padecen también problemas cardíacos y renales debidos a la hipertensión arterial. Igualmente están en mayor riesgo de accidente cerebrovascular.
La retina por lo regular se recuperará si se controla la presión arterial; sin embargo, algunos pacientes con retinopatía grado 4 tendrán daño permanente del nervio óptico o la mácula.
Acuda a la sala de urgencias o llame al número local de emergencias (911 en los Estados Unidos) si tiene hipertensión arterial y se presentan cambios en la visión o dolores de cabeza.
El control de la hipertensión arterial previene cambios en los vasos sanguíneos del ojo, al igual que en otros órganos como el corazón, los riñones y el cerebro.
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